Cementerio San Pedro de Atacama
El cementerio de San Pedro de Atacama es un lugar que podría decirse que está lleno de vida y de muerte, de color y de polvo, como sacado de un Spaguetti Western al más puro estilo Sergio Leone.
Paseando entre los enterramientos se aprecia un sincretismo sin igual, mezcla de la propia y férrea concepción cristiana católica y una mentalidad animista que atribuye a objetos cotidianos una relación con el difunto.
En este sentido encontramos multitud de ángeles de yeso, algunos que parecen sacados del mismo infierno. Ositos, pájaros, motoristas y un sin fin de juguetes acompañando a los infantes en el más allá. El refresco o la cerveza favorita del difunto y si era fumador, sus cigarrillos…
También nos llamaron mucho la atención los diversos elementos accesorios de las tumbas como las sombrillas de paja, como si el difunto no estuviera aquí nada más que de paso; descansando… Sus seres queridos intentan entonces procurarle todas las comodidades posibles hasta que un día se levante de unas largas vacaciones para disfrutar del prometido paraíso.
En las tumbas más sencillas encontramos elementales cruces de madera pintadas de colores pastel propios de la inocencia y el anhelo de embellecer lo más básico y primario: el ciclo infinito de la vida y la muerte.
Finalmente, en un lugar en el que se reflejan los sentimientos profundos de una manera tan intensa, no podía quedar fuera el sentimiento patrio, que inunda los túmulos de los colores y estrellas nacionales.Esto a su vez contrasta con el color de la pintura y también con los adornos relacionados con la bandera multicolor Wiphala propia de las etnias de la Cordillera de los Andes.