Pedro de Valdivia. Salitre desolado
Famoso cartel del Nitrato de Chile
Todos hemos visto alguna vez en las zonas rurales de España y Portugal el famoso cartel realizado con azulejos esmaltados cuya leyenda decía: “Abonad con Nitrato de Chile”. Este diseño se ha convertido en uno de los más famosos de entre los que se pueden encontrar en los paisajes rurales de la península ibérica.
Estadio de Pedro de Valdivia
Sobre la mitad del S.XIX se descubrió que el nitrógeno favorecía el crecimiento de los vegetales. Esto ya lo habían sabían los agricultores, que aprovechaban el guano de las aves casi desde el principio de los tiempos. El nitrato de sodio o también llamado nitrato de Chile provenía precisamente de este país. Los carteles han sobrevivido aunque los poblados del norte de Chile que producían este abono desaparecieron a causa del descubrimiento de los abonos químicos.
Entrada principal de Pedro de Valdivia
En la provincia de Tocopilla y en la región de Antofagasta hallamos el poblado de Pedro de Valdivia, un asentamiento, que al igual que otros muchos en Chile, se convirtió en una ciudad fantasma a medida que el mineral se agotó o perdió rentabilidad.
Carteles indicativos
En el yacimiento próximo al poblado se implementó un nuevo sistema para extraer y depurar las sales de nitrato, también llamado caliche. Esto supuso una nueva fuente de riqueza, que propició la creación del campamento, inaugurado en 1931 por Guggenheim Brothers, la misma compañía que explotaba la cercana y colosal mina de Chuquicamata. Las calles recibieron el nombre de personalidades importantes de Chile y la población fue realmente bien equipada y abastecida. En sus 27 calles se encontraban, además de viviendas, todo lo necesario para la vida social y económica de un pueblo.
El dentro-fuera
Debemos decir que las construcciones eran de mayor tamaño y más sólidas a medida que se acercaban a la plaza principal y dependiendo del estatus del alojado. De las construcciones podemos destacar a la entrada del pueblo el Estadio de Fútbol con sus insignes aros olímpicos.
Postes huérfanos
Subiendo por la calle principal y pasando por el arco que nos recuerda la extinta vida del municipio (1931-1996) nos topamos con oxidadas indicaciones hacia la gran carretera Panamericana y hacia M.Elena y Tocopilla. Perspectivas de hileras de casas flanqueadas por postes de luz huérfanos de cablería y un desvencijado, hambriento buzón de correos en el que ya nadie más depositará sus esperanzas.
Perspectiva callejera
Un “Bienvenidos Vecinos” pintado en una fachada junto a un arrinconado camión nos llena de tristeza.
Bienvenidos Vecinos
Ventanas y puertas oclusivas rodeadas de objetos cotidianos como juguetes, zapatos… y alguno más premonitorio como una maleta, símbolo metafórico del destino de los habitantes.
La marcha
En el interior de las casas, muchas veces difuso, todavía se conservan algunos enseres de la vida cotidiana de las personas que las habitaron y las sombras que nosotros mismos proyectamos son en cierta manera la alegoría de los propios moradores.
Las sombras
Llegando ya a lo alto del pueblo, surge la bella silueta de la Iglesia, de estilo austero pero refinado. Fue construida en su mayor parte con pino de Oregón y cuenta con una planta de cruz latina con capillas laterales y una torre-campanario cuadrangular situada a los pies de la misma.
Iglesia de Pedro de Valdivia
Justo enfrente, el hospital, erigido en el mismo año de la inauguración del asentamiento y con separación de enfermos según sexos y que ofrecía en aquel entonces odontología, quirófano y paritorio. Son muchas sensaciones las que nos invaden al pasear por sus largos pasillos, de entre ellos surgen grandes salas con material quirúrgico, camillas, bañeras… en las paredes firmas de aquellos que nacieron aquí. Una extraña sensación nos invade mezcla de sobrecogimiento e inquietud.
Bañera en el hospital
La ciudad quedó definitivamente despoblada en 1996