Esteros del Iberá: el brillo de la vida

Esteros del Iberá: el brillo de la vida

Carpincho con la compañía del Picabueyes

Carpincho con la compañía del Picabueyes

Viajando por este país de inagotable belleza se descubre la Reserva Natural de Esteros del Iberá cuyo nombre significa agua brillante en Guaraní. Iberá es el segundo humedal más grande del mundo después del Pantanal de Brasil y se extiende por unos 13.000 km2 comprendiendo esteros, pastizales y lagunas, formados en su mayor parte por agua procedente de la lluvia.

Embarcadero hundido

Embarcadero hundido


Navegando por los Esteros se comprende cuán acertado es el nombre Guaraní. En el sol del atardecer, el agua brilla con una intensidad cegadora, quitando protagonismo a la abundante fauna: más de 350 variedades de aves y más de 45 especies de mamíferos, aparte de multitud de anfibios y reptiles. Es posible contemplar decenas de apacibles yacarés, una especie de caimán endémico de la regiones tropicales y subtropicales. También el simpático carpincho o capibara, que ostenta el título de ser el mayor roedor del mundo y que en muchos sitios es llamado cerdo de agua debido a su pesado cuerpo en forma de barril. Más esquivo resulta el singular ciervo de los pantanos, un venado adaptado a la vida en humedales.

El esquivo ciervo del pantanal

El esquivo ciervo del pantanal

No obstante, se trata de un delicado ecosistema que ha sido roto, una vez más, por la mano del hombre, que extinguió algunas especies en este entorno, como el yaguareté, el lobo gargantilla, el puma y el ocelote. Para los dos últimos afortunadamente hay planes de reintroducción. Del mismo modo, los antiguos cazadores y mariscadores de la zona han readaptado su actividad, convirtiéndose en guardaparques expertos conocedores del entorno.

Yacaré tomando el sol

Yacaré tomando el sol

El núcleo urbano de los Esteros es el pequeño pueblo de Colonia Pellegrini, villa ecológica dentro de la reserva. Con una población que apenas supera los 700 habitantes, este pequeño pueblo respira quietud y tranquilidad. Sus calles de tierra, los caballos sueltos, la gente descansando bajo los porches y la vida reposada nos transportan a un lugar de apacible calma. Si la noche está despejada se puede contemplar un cielo repleto de estrellas, con la Vía Láctea como principal protagonista.

 Los millones de estrellas de Iberá

Los millones de estrellas de Iberá