A los 58 años del adiós a Evita
Más allá de las consideraciones históricas acerca de Evita y de la discusión sobre sus aciertos y errores no cabe duda de que es un personaje clave y la figura femenina más relevante en la reciente Historia de Argentina. La importancia de Evita se comprende de una manera más clara cuando se tiene en cuenta la tendencia del joven pueblo argentino a buscar y exaltar héroes y caudillos. Esto hace que ella, María Eva Duarte o Eva María Ibarguren, de orígenes rurales y humildes, sea una de sus más preciadas creaciones.
Evita, tras la muerte de su padre (era hija ilegítima de un estanciero y político conservador), se traslada a Buenos Aires, justo después de la gran crisis económica del 29. Así, se convirtió en una más de la base social y obrera del peronismo que junto a los llamados cabecitas negras (migrantes del campo no descendientes de europeos) hicieron que la joven nación experimentara un importante desarrollo industrial y económico.
Entre sus grandes logros destacan el sufragio femenino, la igualdad política entre hombres y mujeres y el amparo de los sectores más desfavorecidos de la población como niños, ancianos y madres solteras a través de la construcción de hospitales, escuelas, asilos y concesión de becas.
En honor a la muerte de Evita y su figura se celebra la llamada Marcha de las Antorchas que recorre las avenidas de Belgrano y 9 de Julio donde el sindicalismo peronista y sus representantes como camioneros, canillitas (vendedores callejeros de periódicos y tenderos de puestos callejeros) y mecánicos sostienen pancartas y ondean banderas de sus respectivos sindicatos.
Los discursos de Evita y su manera emocional, apasionada y exaltada de arengar se traslada así a nuestros días en voces de personas que por su actitud y semblante parecen extraídos de la época de entreguerras.