Es la Mar

Es la Mar

La niebla envuelve con su pesado silencio el estrecho de Gibraltar, y flota en el ambiente un halo de misterio fantasmagórico. El viajero, que embarcó de buena mañana en el puerto de Algeciras, rumbo a Tánger, atisba, entre la bruma, el horizonte: a estribor el pueblo de Tarifa y punta Paloma, a babor, la costa africana, con sus infinitas playas salvajes, salpicadas de belleza; pobladas de esperanza.


Los barcos en la niebla del estrecho de Gibraltar

Los barcos en la niebla del estrecho de Gibraltar

El Ferry se abre paso entre las olas, acompañado únicamente por el rumor lejano de los motores. De vez en cuando nos cruzamos con algún otro barco, que avanza lejano, en dirección contraria. Poco a poco, voy tomando conciencia de lo pequeño que soy, entre tanta inmensidad. Nuestro barco, que era enorme en el puerto, antes de salir,  es ahora una diminuta cáscara de nuez que se balancea de un lado a otro, a merced del oleaje.De repente, me siento sólo entre tanta inmensidad. ¿A dónde voy?. ¿Cuál es el camino a seguir?. ¿Y si nos perdemos?.Por suerte, es entonces cuando oí una voz cálida, familiar, conocida, que me sacó de aquel desasosiego y me hizo girar la cabeza, trayéndome de vuelta al barco.

El Barco, la Niebla y el Atlas.

El Barco, la Niebla y el Atlas.

Y allí, de repente, apareció un miembro de la tripulación, mi amigo Antonio, el jefe de máquinas, con quien empecé a comentar el viaje.Y así. Charlando juntos, ambos bajo el tímido sol de la mañana, poco a poco, en aquella cubierta, mientras hablaba, empecé a descubrir a una nueva persona: mi amigo de la niñez, con quien jugué tantas veces en el patio del colegio, con quien compartí libros y horas de estudio, parecía ese día de verano, diferente: la mirada dulce y amable; el rostro sereno. Y su voz sonaba grave, valiente, llena de aplomo y seguridad.

El travieso capitán, Antonio Verdejo

El travieso capitán, Antonio Verdejo

Finalmente, tras unos minutos de conversación, resolví decírselo:“Antonio, pareces distinto, aquí en el barco. Será el uniforme”.El sonrió. Entonces me miró directamente a los ojos, y con una sonrisa enigmática y llena de misterio, respondió:“Es la Mar”…

 

Texto: Antonio Oriente / Fotos: Antonio Martínez